…Tragaluz, ovillo
de mis días
velados,
en el teclado.
Aparcado a la emoción
de la bahía
del olvido.
Me sales impaciente
como una caña,
cana de oro,
con tu sonrisa
de tarde.
Espantapájaros
del humo,
al pie del volcán.
Mullido de la vida
cuando te traes,
aceite y vino
viniendo a su cama:
¡Aún por convidar!...
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