Entre la alameda,
con la luz del alba,
espero mi alma
tu carroza blanca.
Pasó tu carroza,
tu carroza blanca,
recogiendo almas
pero no a mi alma.
Tras de los corceles
blancos, de tu blanca
carroza, fue el alba
llena de algaraza.
Y entre la alameda,
triste y solitaria,
se quedó mi alma
sin luz y sin alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario