Calla, poeta, no hables.
Hay camino de emociones muertas
que te piden silencio por el aire.
Dejo el puente
de tu herida correr la joven sangre,
y bebe, amigo, bebe tu silueta
en el recodo antiguo de la tarde.
Cíñete al suelo campesino,
y, si quieres, embriágate,
con esa risa de limón enfermo
partido en dos mitades.
No hables, no. Cabriola tu silencio
y esconde tu tristeza en donaire,
como este pobre corazón de circo
que salta y ríe por la pista grande.
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